Durante este 2024, de la mano de los compañeros del Magic Extremadura, tuve el placer de colaborar en el proyecto Icarus: el fondo de la cuestión: tratar de establecer métodos, aportar ideas, elaborar materiales y dar viabilidad para facilitar que el ajedrez se establezca como una herramienta de reinserción en las prisiones de Europa. No sólo creo que el Magic (Con Juan Antonio Montero a la cabeza, gracias compañero) está haciendo un trabajo impresionante al respecto, además de forma pionera, es que también creo firmemente que el ajedrez es una herramienta muy poderosa en este entorno.
Después de muchos años en este mundo, y de haber experimentado muchas de las múltiples facetas del ajedrez: jugador, árbitro, monitor, organizador… y del ajedrez terapéutico: mayores, TDAH, Down… Desde mi experiencia he visto que incluir ajedrez en los centros penitenciarios es una decisión más que acertada, es una jugada maestra.
Allí las personas no tienen tantos recursos como en otros contextos, ni de ocio, ni de formación, ni de variedad de estímulos donde encontrar inquietudes sanas, es un lugar en el que adquirir ciertos mecanismos como la paciencia, el control de impulsos, la evaluación de riesgos, la planificación y un largo etcétera es parte de la razón de ser del propio sistema penitenciario. Si esto se va logrando, semana tras semana, de una manera distendida y en un marco de deporte y ocio, sin sermones, en el que cada cual ha elegido asistir a las sesiones, en el que se pueden tratar otros temas e inquietudes de tal forma que las respuestas obtenidas son siempre constructivas y además donde uno se sumerge en un mundo que «quita mucha cárcel» poco queda que decir.
Espero que Ícaro pueda volar bien alto, y que en un futuro, el ajedrez ayude a pensar en frío en muchos lugares de Europa. Esta idea sólo puede sumar, al individuo, a la convivencia, al centro, al ajedrez y a la sociedad.